Sigo pensando que aún hay una mínima posibilidad, que una batalla perdida es aquella que se abandona. Que soñar es querer y querer es poder.

Un recuerdo soñado

Os voy a contar una historia, corta, lo prometo. No comenzará por "Érase una vez" ni es un cuento, ni tiene hadas madrinas. Simplemente es la historia de una joven, aunque niña aún en su interior, que tenía algo que no cambiaría por nada, una pequeña caja. Y no era por su exterior, no. Era una simple caja, azul y con la inscripción de una vieja marca de zapatos que hace mucho tiempo dejaron de quedarle bien. Sin embargo, como un buen libro, lo importante residía en su interior. Aunque para otros, los objetos que contenía no representaban nada, para ella eran su vida, su corazón, sus sueños. Un pequeño colgante, un trozo de vestido, un marcapáginas, su libro de amor favorito... Recuerdos. 

Bien, esta historia realmente comenzó una noche. Llovía? Nevaba? Era acaso Noviembre? O podríamos decir que era Marzo? La fecha no es importante, escapemos por un momento del tiempo. Solo cobijémonos en el amparo de la noche. Era pues más de medianoche cuando esta joven se levantó de la cama, había tenido un extraño sueño del cual quería huir y puesto que cada vez que cerraba los ojos acudía a ella, decidió entretenerse. Lo malo de estos sueños es que son realidad. Se acercó entonces a una pequeña librería que tenía junto a su cama y escogió al azar uno de aquellos hermosos libros y encontró, para su sorpresa, un cierto sentimiento de odio, me explico, los libros representan su modo de huir de la realidad, su momento íntimo, su expresión de libertad, pero en aquel instante los concebía como algo ajeno, una burda mentira que solo busca agradar a quien, ignorante, iluso, se atreve a leer. Por ello, lo dejó, se sentó sobre su cama y echó un vistazo al móvil que descansaba al lado de su cama. Tan solo de pensar en música le hacía fruncir el ceño y hablar con otro ser humano podría resultarle fatal. Por primera vez en su vida, seguramente no pero esta expresión es demasiado bella como para ser modificada, se encontró sin saber qué pensar, qué hacer, en qué ocupar su mente que, por otra parte, seguía bailando en la alborotada fiesta que se celebraba entre recuerdos y sueños. Sus ojos, como dos animales buscando un lugar donde esconderse de la tormenta, encontraron un pequeño objeto perdido entre los cojines, aquella caja. Sonrió. Era su pequeña cajita. 
La tomó entre sus manos y antes de abrirla hizo una rápida imagen de lo que recordaba, guardaba en su interior. Cinco, quiza seis elementos recordaba, nada más. Respiró, suspiró y la abrió. Magnífico, simplemente, magnífico. Todo el pasado se encontraba ante sus ojos, un abanico de recuerdos formaba parte de su interior. Cogió uno, después otro y otro. Cada objeto más valioso que el anterior, cada sútil referencia al pasado, más preciado. Hasta llegar a una foto. Un simple trozo de papel. Dos personas, una abrazada a otra. Mucho tiempo había pasado, ni se acordaba de cómo había llegado allí. Pero estaba enfrente de sus ojos, se reía en su cara, el pasado había llegado a su lado sin haber sido invitado, y por segunda vez en lo que iba de noche. Una lágrima resbaló por su mejilla, después otra, y una más. Dolor, agonía. Y todo por una foto. Y es que no había palabras, ya todas fueron dichas, ni movimientos, los gestos hace tiempo se dieron. Simplemente un momento robado a la memoria que por alguna coincidencia llegó a sus manos. 
Se levantó de la cama, rapidamente se marchó al baño donde se miró directamente al espejo. Qué vió? Miedo. Cobardía. Dolor. Nostalgia. Tristeza. Pero sobre todo se vió a sí misma, a la niña de 15 años que hace poco tiempo que fue. La chica que se enamoró de la feliz idea del amor y que, por un tiempo, vivió ilusa. Hasta que el cuento de hadas se acabó. Desde entonces se ha encerrado en una jaula, olvidando donde dejó la llave. Decidió perderse en otros mundos para no tener que enfrentarse a la realidad. Hasta que esta fue a buscarla. Y vaya si la encontró! En el peor momento, en el peor lugar. 
Qué hizó? Sería una buena pregunta. Por mi parte podría mentir, decir simplemente que mirando la foto sonreí y guardé todas las cosas yendome a dormir y, por fin, superando las heridas del pasado. Perp ni soy una mentirosa, ni mucho menos me gusta ocultar la verdad. Y esta es que, simplemente, me limité a llorar frente al espejo, me limité a mirarme e intentar buscar valor, ganas de intentar algo, pero solo vi resignación. Sentía que había perdido una batalla en la cual nunca supe que participaba. Sentía que todas aquellas palabras eran verdad. 
Lloré. Lloré como hacía años que no lloraba. Y cuando no me quedaban más lágrimas, me levanté cogí la foto y la guardé exactamente en el mismo lugar donde la encontré. Porque es otra parte de mi, otra piedra en mi camino. 
Os dije que sería corta, lo fue. Duró apenas una noche. Una noche en la que me encontré con mis miedos, los acepté y seguí. No es una historia para reir, cierto, ni mucho menos para contar antes de irse a dormir a los enanos. Pero sí es un momento que ayuda a darse cuenta de que todos tenemos una pequeña caja en la que se encuentran nuestras debilidades y, aunque sea difícil, hay que abrirla porque puede que la primera vez duela, pero la segunda no tanto y la tercera quién sabe? Quizá incluso ese dolor se transforme en un sentimiento de tristeza, o incluso en indiferencia. Al menos yo, lo quiero intentar. La vida es muy larga como para huir siempre de un sueño, que hace no tanto tiempo, fue mi realidad. 




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