Sigo pensando que aún hay una mínima posibilidad, que una batalla perdida es aquella que se abandona. Que soñar es querer y querer es poder.

Nuestra luna.


Hace tiempo ya que el móvil dejó de sonar, que la esperanza se esfumó, o por mejor decir, se convirtió en el hombre invisible que pasa inadvertido para todos los sentidos salvo para ese que el ser humano da por inexistente, los sentimientos. Hace tanto tiempo que ya el corazón ha sido acallado por la razón, que hay momentos en los que aparece ante tus ojos un oasis en medio del desierto, una ilusión de que el pasado no ocurrió, una mancha de typex sobre un cuaderno escrito a boli. Tanto tiempo, que las manecillas de aquel reloj se pararon, que aquella canción se acabó, que los sueños se quedaron estancados en un mismo final que, poco a poco, será olvidado. Y es que todo ha cambiado aunque el sol aparezca cada mañana por el mismo lugar, aunque la flor sea la misma, aunque la cordura siga perdiendo su batalla con el corazón. 

A pesar de que tu luna, sea la misma que la mia. 

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