Sigo pensando que aún hay una mínima posibilidad, que una batalla perdida es aquella que se abandona. Que soñar es querer y querer es poder.

En la realidad

Música a tope, las 3 menos veinte de la mañana y escuchando la lluvia en el cristal. Es una de esas noches de verano en que el cielo se pone de acuerdo con tu ánimo. Es el momento de cerrar los ojos y dejarse llevar por las emociones. Dejar que el corazón gane la eterna batalla. Dejar que tus sentimientos te llenen la mente de imágenes y recuerdos de hechos no tan pasados. Y hoy, es el momento de dar rienda suelta a ese recuerdo de verte partir. 

Las despedidas nunca son bonitas. Esas clásicas escenas que vemos tantas veces sentados en nuestro sofá son eso, simples escenas que un guionista creó en una noche de inspiración. En la realidad el protagonista del diario de una chica solitaria se limita a darse la vuelta, soltar un adiós y marcharse con una sonrisa en los labios mientras que ella mantiene las ganas de ir corriendo tras él. En la realidad ella no correrá hasta la estación de autobuses más próxima, se irá a su casa, pondrá su canción y cerrará los ojos. Y es que no habrá ningún guionista capaz de cambiar el destino al que se enfrenta porque,  en la realidad, cuando una historia llega a su fin aparece el "the end" y punto, no habrá un "y él apareció dos semanas más tarde". En la realidad, el argumento se repetirá para llegar a la misma conclusión porque los días son días y los meses, meses. En la realidad los deseos a una estrella fugaz no se cumplen y "los sueños, sueños son". En la realidad él se marchó y ella se quedó petrificada esperando algo más. En la realidad el miedo es el protagonista de la situación mientras la esperanza y la ilusión quedan recluidas en una habitación a oscuras.


En la realidad, aquella chica solitaria acabará una noche más en su cama escribiendo un nuevo triste capítulo. 




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